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Las Mariscadoras, también conocidas como “As sequeiras”
As Sequeiras o Mariscadoras…
«As sequeiras» son un verdadero ejemplo de la unión a través de la fuerza. Mujeres trabajadoras que, con su esfuerzo, mantienen viva la tradición del marisqueo a pie.
Este antiguo arte de pesca consiste en la captura de distintos mariscos que viven en las costas, ya sea en el fondo arenoso del mar, lo que se llama epifauna, o bien enterradas en él, la infauna.
A las Mariscadoras de Galicia les debemos la presencia de muchas especies, entre las que se cuentan las almejas, los berberechos y las navajas. Su tarea raramente es reconocida, aunque forman una parte integral en la economía de miles de hogares gallegos.
El marisqueo a pie es una tarea delicada que sólo se puede llevar a cabo cuando el agua de la costa se retira. Esto deja apenas unas cuatro horas de trabajo: las dos anteriores y las dos posteriores a la bajamar.
En este tiempo cientos y miles de mujeres bajan a las playas para ganar su sustento, rastreando la arena en busca de bivalvos. Ni las condiciones climáticas ni el turismo detienen la función, aunque muchas veces la complican.
Historia de as sequeiras
La historia del oficio es imposible de rastrear, pues se remonta a muchos siglos atrás. Si bien el marisqueo ha sido una tarea históricamente asociada a los hombres, tanto en Galicia como en muchas otras partes del mundo, las mujeres han jugado en este sector un rol importante.
De hecho, un estudio reciente estima que alrededor de dos millones de mujeres participan en tareas de pesca en todo el mundo. Este número representa el 11% de los trabajadores de la pesca cercana a la costa, con un valor productivo global de más de seis mil millones de dólares por año.
Si bien es cierto que no podemos trazar el origen de esta actividad, sabemos muy bien cuando comenzaron a organizarse. Fue en los últimos años del siglo XX que las mariscadoras gallegas pudieron ser integradas en un registro oficial, con reglamentos y protección legal.
Fue en 1995 se comenzaron a discutir seriamente muchas de las problemáticas que atraviesan a las actividades pesqueras de a pie. El Primer Encuentro de Mariscadoras permitió luchar seriamente contra el furtivismo, capacitar a las trabajadores e integrar las cofradías que hasta ese momento se encontraban dispersas y desorganizadas.
Pero quizás el fruto más importante que surgió de la confluencia de sequeiras galegas sea la evolución de sus actividades. Entendieron que para subsistir debían pasar de la simple extracción al cultivo del marisco en un sentido mucho más amplio.
Hoy en día, mariscar de a pie ya no significa recorrer las playas en busca de almejas. Las mariscadoras llevan a cabo un largo y arduo ciclo que comienza con la recolección de semillas o almejas pequeñas, que se meten en bolsas para evitar su dispersión y controlar su crecimiento.
Una vez que alcanzan cierta maduración, se deben limpiar y las que están vivas son sembradas en la arena, que previamente debe ser limpiada y privada de depredadores. Por último, se recoge el marisco una vez que ha completado su ciclo de crecimiento.
El cuidado de la fauna…
Todas estas tareas requieren de un alto grado de regulación, de organismos centralizadores que organicen los turnos de vigilancia, las cuotas de captura y las jurisdicciones de cada cofradía.
La vigilancia de los cultivos responde a dos problemas fundamentales. Por un lado, el furtivismo, que a pesar de haber disminuido sigue existiendo y compromete el arduo trabajo de las mariscadoras desde la ilegalidad.
Pero también de los llamados ‘furtivos de bañador’, turistas y paseantes que aprovechan la abundancia de almejas y berberechos para recoger unos pocos ejemplares que disfrutan gratuitamente en sus vacaciones.
Desde el desconocimiento o bien desde la malicia, lo que estas personas no entienden es que con esta actividad dañan profundamente el sustento de miles de sequeiras que deben organizarse para combatirlos.
Las cofradías de mariscadoras de Galicia recorren las playas protegiendo a los bivalvos enterrados de estos depredadores humanos. Advierten y explican que ‘cuatro o cinco almejas’, cuando se multiplica por los cientos de miles de personas que bajan a las playas cada día, se convierten en un problema gigantesco.
Sin poder para detener ni aplicar sanciones, recurren a lo único que les queda, sus argumentos. Afortunadamente, muchos municipios han tomado cartas en el asunto y en la actualidad quienes extraen marisco sin autorización se arriesgan a contraer multas de entre €300 y €3.000.
Cofradías de «As Sequeiras»
Pero no todo son malas noticias en el mundo de las mariscadoras de Galicia. El colectivismo y la organización de estas mujeres ha dado sus frutos. En los últimos años se ha multiplicado la cantidad de cofradías, la cuota de cargos directivos y la cantidad de pescadoras. Además, la formalización dió como resultado que se triplique el precio del berberecho y se duplique el de las almejas.
Además, para concientizar y a la vez generar ingresos adicionales, las mariscadoras a pie se han vuelto más receptivas al antes problemático turismo extranjero.
Actualmente, es muy habitual en muchas playas de Galicia encontrar actividades que proponen al turista ‘ir a seca’, acompañar a las sequeiras en sus labores y cocinar su propio marisco gallego auténtico.
Sabemos que el de las mariscadoras es un trabajo duro, que contribuye a la economía regional y se preocupa más que muchos otros por el cuidado ambiental, por eso queremos reconocerlas y brindarles nuestro más profundo agradecimiento y gratificación.
Fuentes: